sábado, 3 de noviembre de 2012

Acto I.- Lord Minho


Tan pronto como el mayordomo ingresaba a la alcoba de su amo un leve olor a alcohol alcanzó a su nariz. Inmediatamente mostro su desagrado frunciendo el ceño, las cortinas estaban cerradas, y las leves llamas en la chimenea servían como única iluminación en la habitación, a pesar de que el sol brillaba fuertemente en el exterior.

La leve luz de la chimenea se reflejaba en los pies de la cama del amo, la cual se encontraba vacía. El mayordomo noto a una figura recostada en el sofá que se encontraba frente a la chimenea.

Con una botella de brandy justo a la par de sus pies.

“Amo Minho, ¿ha estado bebiendo nuevamente?” El mayordomo preguntaba al hombre que estaba tumbado en el sofá. “Si continua con estos hábitos. Será únicamente cuestión de tiempo antes de que caiga en el alcoholismo.”

“No te mandé a llamar para que me sermonearas, anciano.”

Un hombre joven se sentó en el sofá y perezosamente pasaba sus dedos por su cabello castaño  que se encontraba alborotado en su frente.

Este era Choi Minho, el joven amo de la propiedad.

El mayordomo ignoró sus protestas e inmediatamente abrió las cortinas. La luz matutina iluminó la habitación.

Un inmenso jardín se extendía fuera de la ventana, tan inmenso era que se necesitaba el trabajo de por lo menos 30 jardineros para mantenerlo. Era la mitad del invierno y el paisaje estaba completamente cubierto por árboles de hojas perenne. Pero durante la primavera era cubierto de flores, el jardín era sin duda hermoso y permanecía de esa misma manera hasta el otoño.
Minho de una manera descuidada se colocaba una bata sobre su pijama. Sus ojos se mostraban rojos en las esquinas, prueba de que aún estaba ebrio. La línea de su mandíbula era perfecta y su nariz recta, sus delgadas cejas estaban inteligentemente arqueadas sobre sus grandes ojos negros, tan obscuros y penetrantes como una noche de invierno. La palabra “noble” parecía existir solo para describirlo.

El joven amo volteo la mirada de una manera significativa a la mesa de al lado, frunciendo el ceño. El mayordomo se encontraba siguiendo la mirada de su amo. Un sobre abierto se encontraba encima de dicha mesa.

“Tráeme esa carta,” Minho ordenó.

“Usted mismo puede hacerlo, señor,” el mayordomo le contestó, rehusándose a seguir la orden. A pesar de tener un status de sirviente, estaba orgulloso de haber cumplido con el rol de un padre para
Minho durante muchos años. No servía a su amo ciegamente.
Minho sonrió ante la respuesta del mayordomo.

“Supongo que piensas que estoy aprovechándome de ti,” respondió.
 “Es el alcohol el que le hace realizar demandas tan ridículas,” le respondió bruscamente el mayordomo.

Minho encogió los hombros y se acercó a la mesa. Tomó una fotografía del sobre y la sostuvo frente al mayordomo para que este pudiera verla. Era la fotografía de una mujer joven. “¿Sabes quién es, anciano?” demandó saber Minho.

Tratando de no mostrar el sobresalto que sintió, el mayordomo contestó de la forma más calmada que pudo, “Es una mujer joven bastante atractiva, ¿Proviene de una buena familia?” Minho abrió la carta. “Es de un amigo,” dijo. “Escribió algo bastante interesante aquí. Creo que te encantará escucharlo.”

Entonces Minho se dispuso a leer:
“Querido Minho:
Estoy escribiendo para confirmar algunos rumores que escuchado en ciertos círculos. El nombre de la persona en la fotografía adjunta es Lady Margaret, la hija de Earl Simon. De 19 años de edad.”
“Me temo que no le encuentro lo interesante--” el mayordomo comenzaba a decir “Es la siguiente parte,” le interrumpió Minho, mientras continuaba con su lectura. “Su mano ha sido prometida a Lord Choi en mayo de este año. Todos sin excepción hablan de que será una boda extravagante y los dos se convertirán en la pareja más comentada de este año.

 Existen únicamente alrededor de 200 personas en Inglaterra con el título de Lord, así que cuando escuché el apellido Choi, únicamente pude pensar en ti, Minho. Me gustaría mucho escuchar los detalles por parte tuya.”

Actualmente era febrero, tres meses antes del supuesto compromiso.
 “Solo se está haciendo el difícil, Amo Minho. ¿Que no sabía ya acerca de todo esto?” El mayordomo confesó. Hasta ahora planeaba mantener todo este asunto en secreto.

“¡Me acabo de enterar!” Minho contestó gritando. “Ahora estoy completamente sobrio otra vez. Y no recuerdo haber aceptado tremenda cosa, te lo aseguro.”

En un momento de furia, tomo la carta y la lanzó al fuego de la chimenea. Las flamas la convirtieron en cenizas en cuestión de segundos.
“Ciertamente puede ser, ya que usted nunca recuerda nada acerca de las cosas que discutimos,” el mayordomo dijo fríamente.

El mayordomo continuo hablando “No esperaba que aceptara la idea y se quedara callado simplemente porque lo habíamos discutido, así que decidí mantenerlo en secreto.”

“Bueno lamento haber estropeado tu plan,” Minho dijo de manera sarcástica. “Gracias a Dios, tengo amigos que me mantienen informado.”
La imagen del hombre bajito, con cara de puppy y con cabello color negro flotaba en la mente del mayordomo. El hombre se mostraba de vez en cuando en la casa, una amistad de mala influencia de los días de colegio de Minho.

Su nombre era Jonghyun, un reportero que trabajaba para un periódico de tercera categoría.
“¿Pero no está olvidando algo importante amo Minho? De acuerdo con la última voluntad de su padre, si no está casado para su cumpleaños número 26, todas las propiedades incluyendo su fortuna, serán transferidas a su primo, el amo Gordon.”

Los padres de Minho habían fallecido en un accidente automovilístico cuando él tenía 20 años, y este había heredado el título de Lord de su padre. Así como el antiguo Imperio Británico había reinado el mundo, la aristocracia inglesa del siglo XXI había casi colapsado, cediendo sus territorios debido a los impuestos de las propiedades y fincas.

 Pero durante este tiempo, generaciones de Choi habían invertido en sus grandes fincas, fundado una compañía, y así de manera estable habían incrementado sus fortunas. Después de la muerte de sus padres.

 El testamento de su padre indicaba dejar la compañía en las manos de parientes, claramente una indicación de preocupación de su padre ante el comportamiento de Minho.

También existía la cláusula de que si Minho no se casaba para cuando cumpliera 26, toda la fortuna seria transferida a su primo.

“No tengo ningún interés en manejar la compañía.” Minho indicaba tercamente. “Todos han hecho lo que han querido hacer hasta el momento, entonces ¿por qué el futuro debe ser distinto?” “¿Está seguro de lo que habla?” el mayordomo pregunto de manera incrédula. “Amo Minho, todo el tiempo se la pasa tirando el dinero, pero ¿alguna vez lo ha ganado usted mismo? Jamás podría vivir como un hombre pobre.”

“Gordon es un buen hombre, estoy seguro que me mantendrá,” insistía Minho. “¿De qué está hablando?” le preguntaba el mayordomo, “¿Es eso lo que realmente quiere? Su padre se volvía loco por usted. Su testamento es un último mensaje para usted, diciéndole que es momento de comenzar a tomar sus responsabilidades como un noble--” “Lamento interrumpirte, anciano, pero…” Minho levanto su mano derecha en frente del mayordomo, la mano blanca y elegante de un aristócrata de nacimiento.

En el dedo de en medio descansaba un anillo hecho de una piedra azul clara. Era la reliquia familiar, un diamante azul pasado de generación en generación. Calmadamente se quitó el anillo del dedo y lo lanzo al anciano.
El mayordomo desesperado para que no tocará el suelo, lo alcanzó y luego palideció. “¡Esto… esto es una falsificación!” jadeó.

“¿Qué sucedió con el real? ¡Por favor no me diga que lo extravió!”
 “Se lo di a una mujer hace dos años,” Minho indicó, casi de manera negligente.

“Confío en que sepa lo que eso significa” el mayordomo dijo casi ahogándose.

“Si, es solo una de esas estúpidas tradiciones familiares,” Minho respondió aborrecidamente. “Cuando el anillo que ha sido pasado a través de las generaciones es entregado, significa mi compromiso inminente.”

“¿A quién se lo entregó?” preguntó el mayordomo.

“A una joven mujer que vivía en la parte mala de Londres,” anunció Minho.

Minho era capaz de habérselo entregado a cualquier chica que estuviera vendiendo flores en la calle. No era de extrañarse eso acerca de él.

El anciano se sintió decepcionado. Pero no era momento para darse por vencido.

“Es justamente como usted dice amo Minho,” dijo, “Nadie lo culpará por poner fin a una tradición tan vieja. Así que aún puede casarse con Lady Margaret.”

Minho lanzo un suspiro y volvió a ver a otro lado.
“¡Amo Minho!”

El joven amo volvió a lanzar un suspiro, “Relájate, anciano. Me casaré, justo como mi padre quería. Pero no me casaré con la hija de algún aristócrata que su único interés es el trabajo de caridad. Yo mismo escogeré mi pareja.”

 “Amo Minho, eso jamás va a funcionar,” indicaba el mayordomo.
“¿Por qué no?” demandaba saber Minho.
“Porque la familia de la joven ya ha aceptado la oferta” confesaba el mayordomo.
“Bien, entonces pretenderemos que nunca escuchamos su respuesta,” protestó Minho.
“¡Amo Minho!”

Luciendo exhausto, Minho extendió una mano para cortar al anciano. Volvió sus ojos hacia otro lado y no regresó la mirada al mayordomo nuevamente.
“Como sea, prepara mis cosas para salir de inmediato,” Minho indicó de manera definitiva.

“¿Hacia dónde se dirige, señor?” le preguntaba el mayordomo.
Minho sonrió animadamente, “A Londres, voy a ir a encontrar a mi prometida.”

........................... continuara.....................

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